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Mónica Reigia

LOS PELIGROS DE LO IMPERCEPTIBLE


Los plásticos son polímeros, vale muy bien, ¿y qué? Para comprender un poco mejor la problemática del plástico es importante conocer qué es lo que son.


Un polímero es una macromolécula, es decir, una molécula muuuuy grande, esta se forma por la unión de una unidad pequeña (monómero) que se repite a lo largo de toda la estructura formando un polímero. Existen muchos polímeros naturales, pero los que nos tienen verdaderamente preocupadas son los sintéticos, conocidos por todos como: plásticos.


Para poder llegar a crear una bolsa de plástico necesitamos conocer la química que hay detrás, comencemos pensando, ¿cómo se obtienen? La primera señal de alerta la tenemos en el origen del plástico: los combustibles fósiles, hay que recordar que no es un recurso ilimitado, precisamente.

El plástico proviene mayoritariamente de petróleo (se necesita del 8% de la producción mundial de petróleo para la producción de plástico) que se refina para poder obtener los monómeros (Cole et al., 2011). Estos se pueden convertir en polímeros (polimerizar) mediante diversas técnicas, incluyendo diversos aditivos, que les conceden las diferentes propiedades, de estos ya hablaremos en próximas ediciones, porque también tienen tela.


Una vez sintetizados, es decir, tras la polimerización, estos plásticos se convierten en estructuras muy estables, y esto es otro de los motivos por los que su gestión puede resultar complicada.


Estas estructuras tan estables son muy duraderas, por lo que cuando terminan en el mar, debido a la mala gestión, tardan muchos años en degradarse.  Así, los plásticos acarrean diferentes daños, ya no solo es un problema estético si no que debemos centrarnos en daños tan significativos como: muerte de fauna marina por ingestión o asfixia del fondo marino (Gregory, 2009).


Con el tiempo y los agentes medioambientales (viento, lluvia, etc.), los plásticos se van descomponiendo en estructuras más pequeñas, conocidas como microplásticos que entrañan aún más problemas. Los microplásticos son aquellos plásticos de tamaño micrométrico, suena redundante, pero el tamaño es una buena forma de caracterizar los materiales, puesto que las propiedades dependen íntimamente de este. Por ejemplo, un anillo de plata tiene unas propiedades visibles para todos mientras que una nanopartícula de plata no es visible a los ojos, pero es muy buen antibacteriano.


Esta diferencia de propiedades se debe a lo que se conoce como relación superficie/volumen, la parte reactiva de cualquier material es siempre la superficial (Reigía M., 2021). Cuando el material se hace más pequeño la superficie reactiva aumenta mucho con respecto al tamaño del material en cuestión, y por tanto es mucho más fácil que reaccione ante cualquier agente. Esto marca la diferencia entre las propiedades de un mismo material de distinto tamaño. Pero entonces, ¿el tamaño importa? Pues ya ves, en química, por lo menos, sí.


 Una forma de comprender visualmente cómo sería el tamaño de un microplástico, puede ser la siguiente, fíjate en la imagen:


Imagen 1. Escala de tamaños acompañados de ejemplos visuales. Darío de la Iglesia Rodríguez.


Un microplástico estaría en un tamaño de bacterias o células, y sus efectos secundarios son mucho peores. Porque su minúsculo tamaño hace que pasen más desapercibidos y por tanto sean más difíciles de evitar, además de ser más reactivos, como ya hemos aprendido. Esto implica que diversas especies marinas ingieran microplásticos de manera indiscriminada, algunos ejemplos (Moore, 2008) se muestran a continuación:



Como puedes ver los microplásticos no sólo tienen problemas en su mismo origen, el petróleo, si no que su tamaño es crucial a la hora de valorar los daños que pueden acarrear en el mundo que nos rodea.

 

Piensa ahora en el tamaño de una bolsa de plástico, ¿cuántos microplásticos puede generar? No es solo una bolsa, es un potencial sintetizador de millones de microplásticos, así que: “no gracias, he traído mi bolsa de tela.”

 

  

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cole, M., Lindeque, P., Halsband, C., & Galloway, T. S. (2011). Microplastics as contaminants in the marine environment: A Review. Marine Pollution Bulletin, 62(12), 2588–2597. https://doi.org/10.1016/j.marpolbul.2011.09.025

Gregory, M. R. (2009). Environmental implications of plastic debris in marine settings—entanglement, ingestion, smothering, hangers-on, hitch-hiking and alien invasions. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 364(1526), 2013–2025. https://doi.org/10.1098/rstb.2008.0265 

Moore, C. J. (2008). Synthetic polymers in the marine environment: A rapidly increasing, long-term threat. Environmental Research, 108(2), 131–139. https://doi.org/10.1016/j.envres.2008.07.025

Reigía Blanco, M. (2021). Síntesis, purificación y escalado de clústeres de átomos metálicos sin agentes protectores (thesis). USC, Santiago de Compostela.

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